DE LA ESTRUCTURA DEL YO AL YO COMO ESTRUCTURA

Por Pedro Michaca y José Cueli

La teoría estructural en psicoanálisis forma parte de la metapsicología desarrollada por Freud, y a partir de 1923 substituye a la teoría topográfica en términos de sistemas o aparatos de la mente. Rapaport y Gill (1962) en su exhaustiva revisión de la metapsicología freudiana nos dan la siguiente definición:

“El punto de vista estructural demanda que la explicación psicoanalítica de cualquier fenómeno psicológico incluya proposiciones concernientes a configuraciones psicológicas permanentes (estructuras) que estén involucradas en el fenómeno.”

Dentro de esta definición general encontramos algunas suposiciones básicas:

  1. estructuras psicológicas, lo que se refiere no sólo a la conceptualización del ello, yo y superyó, sino también a aquellas proposiciones con relación a “aparatos “, “modos ” y “modalidades “, canales y umbrales de descarga de afectos (innatos y adquiridos) y toda clase de regulaciones psicológicas relacionadas con los aparatos sensoriales, motores y de
  2. Las estructuras son configuraciones con una baja tasa de cambio. Lo que nos habla de su permanencia y su identidad en el tiempo y permite la diferenciación entre estructuras y otros procesos de cambio rápido (como la carga y descarga de libido).
  3. Las estructuras son configuraciones dentro de las cuales, entre las cuales y por medio de las cuales suceden los procesos mentales. Esta suposición subyace, por ejemplo, a las proposiciones relacionadas con “procesos interestructurales” (por ejemplo, conflictos) y con procesos intraestructurales (por ejemplo, la función sintética). Este supuesto también da cuenta de conceptos como la señal de ansiedad, y el origen y rol de los afectos en el conflicto
  4. Las estructuras están jerárquicamente ordenadas. Esto subyace a todas las proposiciones relativas  a   las relaciones mutuas entre yo, ello y superyó e implica que la cualidad de un proceso depende del nivel de la estructura jerárquica. En la cual tomó lugar (o como se estila actualmente, permite plantear patologías estructurales en oposición a las preestructurales).

Cómo llegó Freud a desarrollar una teoría estructural que sustituyera a la topográfica, es un buen ejemplo de cómo la teoría psicoanalítica se desenvolvió según Freud y sus discípulos se enfrentaban a casos clínicos que no cabían dentro del paradigma que manejaban en un momento dado.

La hipótesis topográfica que en cierto sentido es también estructural, ya que habla de instancias de diversos niveles de conciencia, con cualidades dinámicas y posibilidad de conflicto entre ellas, representó desde 1900 el paradigma que daba explicación al conflicto mental y a la técnica psicoanalítica, y en ese papel se mantuvo incólume hasta que al explicar la melancolía provocó el gradual desencanto de Freud (1917) donde plantea la paradoja de que el impulso reprimido y la agencia represora son ambos inconscientes   (Freud, 1923), eliminando de hecho una teoría del conflicto entre instancias inconscientes versus conscientes, lo que proporcionó el ímpetu para el planteamiento de una estructura hipotética: el “ideal del yo” que con el tiempo devendría en el superyó. Unos años más tarde (1921) en Psicología de las masas y análisis del yo, al elaborar más sobre el tema, sienta las bases para una conceptualización estructural de la psique, que redondea en el Yo y el ello (1923), donde también formula la estructura del ello a partir de su tercera teoría de los instintos elaborada en Más allá del principio del placer (1920).

Que el yo se desarrolla a partir del choque con la realidad, y del contacto que establece el organismo con sus objetos, se muestra en la importancia que da Freud en Duelo y melancolía (1917) al proceso de identificación, señalándolo como la vía mediante la cual el yo recobra las catexias depositadas en el objeto perdido, causante del duelo, mecanismo que al ampliarse conceptualmente se utiliza como la explicación que subyace a la formación del superyó, al carácter del yo y quizá a toda su estructura.

Nos dice Freud en 1923:

“Explicamos el doloroso sufrimiento de la melancolía, estableciendo la hipótesis de una reconstrucción en el yo del objeto perdido; esto es, la sustitución de una carga de objeto por una identificación. Pero no llegamos a darnos cuenta de toda la importancia de este proceso, de lo frecuente y típico que era. Ulteriormente hemos comprendido que tal sustitución participa considerablemente en la estructura del yo y contribuye, sobre todo, a la formación de aquello que denominamos su carácter” (p. 16).

Freud está señalando aquí en forma inequívoca la importancia que tiene la identificación, es decir, la retirada de las catexias de objeto y su depósito en el yo, como formadores de la estructura, pero parece también destacar que ésta no es la única influencia en la formación de dicha estructura. En la concepción original de la estructura yoica, en 1923, el yo es visto como un derivado del ello, resultante del choque de éste con la realidad; donde las energías que alimentan el funcionamiento yoico son contracatexias, derivadas de las catexias a partir de la represión. Aun en este momento Freud concede gran importancia para el funcionamiento del yo a la estimulación perceptual: “La percepción es para el yo lo que para el ello es el instinto” (1923, p. 14).

La hipótesis estructural está íntimamente ligada a la hipótesis económica: el cómo, de dónde y en qué forma opera la energía psíquica es uno de los principales problemas que tiene la hipótesis estructural, que la hace más débil metodológicamente hablando y que le ha provocado mayores críticas, entre otras la muy conocida de Fairbain (1944) quien hacía notar que en la hipótesis estructural se encontraba una energía sin estructura, el ello, y una estructura sin energía, el yo.

Es Hartmann en 1939 quien plantea que no toda la estructura yoica se forma a partir del conflicto entre las necesidades instintivas y la realidad frustradora, como parecería señalar Freud en 1911 en Dos principios del suceder psíquico y que posteriormente Rapaport sistematizaría en 1951 en su Modelo conceptual del psicoanálisis. Hartmann nos habla de que tanto el ello como el yo surgen de una matriz indiferenciada común que va a dar origen por una parte al ello y al yo en su choque con éste, y por el otro a la llamada “área libre de conflicto”, o “área de autonomía primaria”, concepto desarrollado también por Rapaport en The theory of ego autonomy: A generalization (1967). Este concepto nos habla de que una parte de la estructura yoica, aquella encargada de la percepción, de la motilidad, de la memoria y de los umbrales, está ya presente, aunque inmadura desde el nacimiento y que tiene   potencialidades para garantizar una adaptación óptima a un ambiente probable. El término “adaptación ” ha sido causa de numerosos ataques al psicoanálisis ya que se le ha entendido por algunos como aceptación de normas impuestas, acomodación social, sometimiento, etc. Desde luego no es así lo que trata de plantear Hartmann. Él se refiere a dos acepciones de adaptación, ambas funcionando a niveles psicológicos: la adaptación en sentido amplio (broad sense) que se refiere a la posibilidad de sobrevivencia como organismo y a la adaptación en sentido estrecho (narrow sense) que es una tendencia a mantener la   integración e integridad del aparato psíquico, aunque ello implique la presencia de conductas atípicas, de sufrimiento o aun de comportamientos que calificamos de psicóticos. Es en este sentido que comúnmente hablamos de que la conducta tiene un fin adaptativo, aun en el caso de síntomas graves.

El que el área de autonomía primaria requiere de estimulación externa es un hecho más allá de toda duda. Basta citar los efectos de la deprivación sensorial (Hebb, 1949) para demostrar que es la estimulación externa la que mantiene a estas áreas yoicas funcionando. Y, sin embargo, muy pocos autores se atreven a aceptar que esto implica que al menos esta parte del yo funciona con energías que le son propias, que no provienen del ello y que por tanto no forman parte de la autonomía secundaria que se surte de energías a través del cambio de función, de la operación defensiva debida a la represión o de la neutralización mediante el proceso de identificación.

Sólo White (1973) discutiendo la función yoica de dominio y competencia se atreve a afirmar que hay energías neutralizadas desde el inicio de la vida extrauterina, es decir energías no comprometidas con los instintos.

Hartmann mismo (1951) al plantear la metapsicología de la esquizofrenia, se atreve a insinuar que tal vez en el proceso esquizofrénico haya una incapacidad innata para la neutralización, lo que dificulta el desarrollo de la función yoica en estos pacientes.

Tenemos tres variables que intervienen en la formación de la estructura yoica:

  1. El choque entre las necesidades instintivas y la frustración de la realidad Esto da origen en principio a la represión y al establecimiento de demoras internas o motivaciones derivativas.
  2. El área de autonomía primaria o área libre de conflictos, que da lugar a las funciones de conocimiento de la realidad, a las actividades motoras y a la posibilidad de huellas mnémicas.
  3. El área de relaciones con los objetos, que da lugar al desarrollo del mundo interior, mundo representacional, en resumen, a todo aquello que conceptualizamos como lo experiencial, incluido tanto la representación del objeto como la representación del self, y que en el principio influye notablemente en el estilo o modo de operación del área

El planteamiento de la hipótesis estructural, hecho por   Freud (1923, 1926, 1940) abrió el campo de investigación de la conducta humana en términos más precisos y sistemáticos que lo permitido por la hipótesis topográfica, en particular en lo referente al conflicto neurótico. La aproximación estructural atiende más a la forma que al contenido, a la función más que a la instancia. Así señala Hartmann (1939) “El yo es una estructura que se define por sus funciones”. ¿Y cuáles son esas funciones? Desde 1939 a la fecha se han realizado numerosos intentos por clarificarlas, y hasta hoy el más coherente se debe a Bellak, Hurvich y Geiman (1973) quienes, al emprender un estudio sobre la esquizofrenia, ofrecen una descripción exhaustiva de las funciones yoicas.

Tradicionalmente las funciones del yo se han dividido en dos grandes grupos:

  1. Aquellas que establecen y garantizan el contacto y manejo con la “realidad externa ” y
  2. Aquellas que modulan, controlan y permiten la descarga de los impulsos, conceptualizados como pertenecientes a otra estructura denominada

A estas dos áreas de funcionamiento yoico se ha considerado importante añadir una tercera que se define como aquella que garantiza el mantenimiento de la estructura, es decir, funciones que se encargan de realizar las transacciones necesarias para que el equilibrio, la coherencia y la continuidad de la estructura siga operando aun frente a presiones que provengan del exterior (estímulos ambientales) o del interior (impulsos que buscan descarga).

Tomando la lista que da Bellak, Hurvich y Geiman (1973) las tres áreas quedarían así:

ÁREA DE CONTACTO CON EL MUNDO EXTERNO:

  1. Prueba de realidad
  2. Sentido de realidad del self y del mundo.
  3. Juicio de realidad.
  4. Relaciones de Objeto

ÁREA DE CONTROL Y MODULACIÓN DE LOS IMPULSOS

  1. Regulación y control de afectos e impulsos
  2. Funcionamiento defensivo
  3. Regresión adaptativa al servicio del yo.

ÁREA DE MANTENIMIENTO DE LA ESTRUCTURA:

  1. Función sintética-integrativa,
  2. Funcionamiento autónomo.
  3. Barrera de estímulos.
  4. Dominio y competencia
  5. Pensamiento

Revisar las características de cada función yoica no parece necesario ya que se puede consultar directamente a Bellak, Hurvich y Geiman (1973) o la réplica del estudio realizada en México, en una tesis profesional de Psicología de la UIA Funciones del yo en esquizofrénicos, neuróticos y normales, por Díaz, Hubard, De la Vega y Zardain (1978). Aquí nos limitaremos a elaborar algunos comentarios en cuanto a las áreas generales de funcionamiento yoico.

Entre el afuera y el adentro y la precisión con que opera el proceso perceptual, supone un desarrollo que se inicia en la confusión total, sincretista del mundo y va a culminar en una clara diferenciación entre sujeto y objeto, entre la experiencia del yo y la experiencia del otro. Su alteración ya sea debido a inmadurez, a interferencia o a regresión se manifiesta en pérdida de los límites de ubicación de la percepción y/o del pensamiento, como en el caso de la alucinación o el delirio.

Un caso diferente lo constituye la segunda función, esto es, el sentido de realidad del self y del mundo. Cuando esta función fue propuesta por Bellak et al. En 1973, la teoría de relaciones objetales apenas se empezaba a esbozar, y así la base de esta función se dio a partir de una experiencia clínica: la despersonalización y la desrealización; en ello se alude claramente a la pérdida de la continuidad del self, en su identidad, en su coherencia y en su capacidad de tolerar presiones externas o internas. Bien entendida esta función da cuenta del desarrollo del mundo representacional, del self y de los objetos, y, muy importante, de la posibilidad de diferenciar conflictos que afecten la dimensión externo-interno o la dimensión self-objeto, en su representación, o ambas. Nótese que cuando ambas están alteradas, podemos hablar de patologías psicóticas, mientras que, si sólo la segunda lo está, nos encontramos en el terreno de lo fronterizo o lo narcisista. Lo cierto es, también, que, si una o las dos funciones presentan alteraciones, la consecuencia inmediata es que la tercera función, esto es juicio de realidad se va a ver alterada, en cualquiera de sus dos vertientes: La anticipación, la capacidad de prever las consecuencias de nuestras acciones y/o lo apropiado de nuestra conducta ante un contexto determinado.

La función de relaciones de objeto también opera sobre dos dimensiones específicas, la primera meramente descriptiva se refiere a la forma y la calidad de las relaciones del yo con los objetos externalizados e internalizados, mientras que la segunda da cuenta del grado de evolución intrapsíquica con que se dan las relaciones de objeto. De lo aquí expuesto es claro, que mientras la función prueba de realidad va a depender, en mayor medida del funcionamiento de las áreas de autonomía primaria, el sentido de realidad del self y del mundo va a estar fuertemente condicionado por las vicisitudes de la relación de objeto temprana.

Pasando a la segunda área, control y modulación de los impulsos, nos adentramos a terrenos más conocidos en la teoría estructural, con funciones que se derivan con certeza del choque entre los deseos pulsionales y la realidad frustrante, que posteriormente se ha de internalizar y estructuralizar como defensa, y como mecanismos de modulación de la descarga instintual y afectiva. Tal vez un área donde se puede abundar es el funcionamiento defensivo, en el que clásicamente se mencionan aquellas formas de defensa, altamente estructuralizadas como son las llamadas defensas neuróticas: represión, formación reactiva, desplazamiento, aislamiento de los afectos, negación, etc.; y junto a éstas se colocan defensas menos estructuralizadas, que no parecen responder a la teoría impulso-ansiedad señal-defensa, sino más bien a una interacción directa entre impulso-realidad, como la denegación, la escisión, la proyección y la introyección.

Se ha escrito mucho en relación con el funcionamiento defensivo, desde el trabajo pionero de Anna Freud (1936), hasta su último libro sobre análisis de la defensa (Freud, A. y Sandler, 1985) donde hace una visita a sus primeras formulaciones acerca de las defensas y actualiza conceptos, adecuándolos a las teorías más actuales. Es indudable que la evolución histórica del concepto de defensa es paralela al de la evolución del concepto de yo.

En cuanto a la tercera zona de funciones yoicas, o sea, el mantenimiento de la estructura, ahí se encuentran las funciones de autonomía primaria y secundaria, que proveen la independencia de la estructura y su tolerancia a la presión. Asimismo, se encuentra la función sintético-integrativa, cuya importante función es reducir al máximo las incongruencias estructurales, reorganizando configuraciones que permitan la unidad estructural; la barrera de estímulos, primaria y secundaria, el dominio y competencia que asegura mayor grado de control sobre la conducta adaptativa y el pensamiento, que al ensayar con pequeñas cargas las acciones a tomar, permite una conducta más adaptativa y menos expuesta al fracaso.

Presentar esta recopilación de las variables que intervienen en la estructura del yo y definir la estructura del yo a partir de sus funciones tiene como propósito el mostrar la importancia que tiene para una planeación diagnóstica y terapéutica el realizar un análisis cuidadoso de la estructura intrapsíquica. Dicho análisis se puede lograr a partir de técnicas tradicionales como son los tests psicométricos y proyectivos, interpretándolos de acuerdo con la teoría psicoanalítica estructural o a partir de una entrevista que fue desarrollada por Bellak y colaboradores en la que se evalúa mediante un cuestionario no estructurado cada una de las funciones descritas en este trabajo. El cuestionario y los test ya han sido puestos a prueba en México en diversas investigaciones que forman parte de los programas de investigación del departamento de psicología de la Universidad Iberoamericana.

BIBLIOGRAFÍA

Bellak, L., Hurvich, M. y Geiman, H. (1973) Ego functions in Schizophrenics, Neurotics and Normals. New York: John Wiley & Sons.

Díaz, Hubard, De la Vega y Zardain (1978)

Funciones del yo en esquizofrénicos, neuróticos y normales. Tesis de Licenciatura. México: U.I.A.

Fairbairn, (1944)

Freud, A. (1936) The Ego and the Mechanisms of Defense. Nueva York: International Universities Press.

Sandler, J. (1985). The Analysis of Defense. En The Ego and the Mechanisms of Defense Revisited. New York: Universities Press.

Freud, S. (1911) Dos principios del suceder psíquico. En Standard Edition, 12. London: Hogart Press.

-(1917) Duelo y Melancolía. S.E., 14.

-(1920) Más allá del principio del placer. S.E., 18.

-(1921) Psicología de las masas y análisis del yo. S.E., 18.

-(1923) El yo y el ello. S.E., 19.

-(1926) Inhibición, síntoma y angustia. S.E., 20.

-(1940) Esquema del psicoanálisis. S.E., 23.

Hartmann, H. (1939) Ego Psychology and the Problem of Adaptation. New York: International Universities Press, 1958.

-(1951) Contribuciones a la metapsicología de la esquizofrenia. En Ensayos sobre la psicología del yo (Trad. Miguel de la Escalera). México: Fondo de Cultura Económica, 1969.

Hebbs, D. (1949) The Organización of Behavior: A Neuropsychological Theory. New York: Wiley.

Rapaport,    D.   y    Gill,   M.    (1951)    Modelo   conceptual   del   psicoanálisis.   En Aportaciones a la teoría y técnica psicoanalítica. México: Ed. Pax-México, 1962.

-(1962) Sobre la metapsicología. Aportaciones a la teoría y técnica psicoanalítica. México: Ed. Pax-México.

-(1967) The Theory of Ego Autonomy: A Generalization. En Organization and Pathology of thought. New York: Columbia University Press .

White, R. (1973) El yo y la realidad en la teoría psicoanalítica. Buenos Aires: Editorial Paidós.

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