Introducción
La psicología psicoanalítica del yo en su relación con la realidad social, en términos generales, es conservadora. La conformidad es revelada por la noción de adaptación. “El poder social ya casi no necesita las agencias mediadoras del Yo” (Adorno, 1955, p.74). La psicología del yo al atender a los fenómenos sociales descuidó a las pulsiones del objeto. El culturismo de la psicología del yo -de acuerdo a Lorenzer (1973)- eliminó la oposición entre la naturaleza de las pulsiones y la cultura.
La adaptación a la realidad es una noción que procede de la biología, como otros conceptos, a saber, maduración, organizadores de la psique y simbiosis. Rapaport relacionó los modelos del arco reflejo con lo topográfico, la entropía con lo económico, darwinismo con lo genético y jacksonismo con la jerarquía de la integración neural (Shakow y Rapaport, 1964). Con todo, visto a profundidad, fue, en realidad, una elaboración como necesidad para mantener un suelo firme. En efecto, la migración colectiva. de los psicoanalistas desde Europa del Centro hacia América contribuyó al desarrollo y expansión de la psicología psicoanalítica del yo. Una cuestión imposible de revelar por el foco fuera de contexto al formular la pregunta es ¿qué dirección cursaría el marco teórico psicoanalítico si el grupo de Viena, Budapest y Berlín se hubiesen mantenido en su región geográfica? Por supuesto, considerando que la historia se escribiese de otro modo, es decir, sin nazismo, sin guerra, etc. Mi hipótesis es que la psicología psicoanalítica del yo estableció soluciones de compromiso con la psicología académica y la psiquiatría para la supervivencia económica de los emigrantes, con necesidad de asimilación a un nuevo y extraño país con diferente cultura, religión y lenguaje.
La geopolítica se refiere a la representación del marco cultural con el cual opera el sistema del mundo (Wallerstein, 1991). Se relaciona con la geocultura cuyo significado consiste en que es la superestructura de la economía del mundo. En este sentido, la producción de los emigrantes del psicoanálisis se adecuó al medio cultural con su propio sistema de valores en sus relaciones sociales. Las condiciones objetivas de la vida social durante la migración indujeron a los autores europeos adherirse a los compromisos teóricos y prácticos creados en el nuevo mundo.
El grupo de emigrantes es analizado por el método de la sociología de la cultura (Löwy, 1976). El enfoque es dialéctico y consiste en comprender la constitución y producción de un grupo social específico: los intelectuales. Son una categoría social, se definen por su relación con la superestructura ideológica. Son los productores de la cultura.
Los psicoanalistas reproducen la ideología por medio de su práctica clínica. Viven en un universo regido por valores cualitativos e inmersos en un mundo económico regido por valores cuantitativos: el dinero.
Es importante comprender las condiciones históricas que generaron la socialización de los sujetos de un continente al otro. El periodo histórico fue determinante en el proceso de cambio geográfico. Los emigrantes, la mayoría judíos, se exiliaron para salvar su vida. Procedentes de países oficialmente católicos desembarcaron en un país con predominio protestante. Además, algunos de los psicoanalistas con su ideología socialista o marxista (Delahanty, 1987b), transportados al centro del capitalismo. En donde unos años después persiguió a los comunistas.
La tendencia histórica del capitalismo en la incorporación de la mano de obra, es la socialización en las tareas ocupacionales con base en el racismo, como justificación ideológica de la jerarquización. Los judíos, grupo social en la esfera intelectual, recurren a las prácticas dominantes del nuevo mundo. El sujeto oprimido por el sistema del capitalismo como se detecta en “la incorporación de la compulsión de trabajar a nuestro superyó” (Wallerstein, 1983). El extranjero, según Julia Kristeva (1988) aún considera el trabajo como valor. Es un medio de supervivencia.
La otra tendencia es cómo la cultura científica justifica la acumulación del capital, promovió la innovación tecnológica y la movilización de la fuerza de trabajo. Los judíos emigrantes pudieron movilizarse dentro del sistema de las universidades, “talleres de la ideología y los templos de la fe” (Wallerstein, 1983, p 72), en las clínicas psiquiátricas y en los institutos psicoanalíticos. “El extranjero que sobrevive vuelto hacia el país perdido de sus lágrimas. Enamorado melancólico de un espacio perdido, en realidad no se consuela por haber abandonado un tiempo. El paraíso perdido es un espejismo del pasado que nunca podrá encontrar nuevamente”. (Kristeva, 1988, p.18).
No obstante que el análisis se enfoca principalmente al grupo de los psicoanalistas emigrantes judíos, productores de la teoría del yo, el énfasis es en Rapaport como caso ejemplar. Omito de manera particular las aportaciones de Erikson porque las he tratado en otro texto (Delahanty, 1987a).
Es preciso incluir en el análisis la línea epistemológica para comprender al interior de la teoría psicoanalítica del yo su estructura interna y la relación lógica de las nociones como autonomía del yo, neutralización, entre otras. El psicoanálisis construye sus principios, hipótesis y verificación empírica, es una construcción evolutiva con independencia relativa e inmerso en el Zeitgeist científico del medio cultural.
Mientras que Goldmann (1966) coloca al materialismo histórico y a la teoría operatoria de Piaget dentro de la epistemología del materialismo dialéctico, o sea, el interaccionismo relativista en que hay una unidad entre el sujeto y el objeto y ambas teorías son genéticas; considero que la psicología del yo es también ubicable en este nivel: es una teoría genética y el sujeto se construye en relación con la interacción con el objeto.
Para Adorno, el yo es una síntesis dialéctica de la dimensión libidinal y de las relaciones sociales que avasallan al yo “El concepto del yo es dialéctico, psíquico y no psíquico, un trozo de libido y representante del mundo” (Adorno, 1955, p.62). El yo surge de un jirón de pulsión. La psicología psicoanalítica del yo emerge como una necesidad teórica para explicar a las funciones inconscientes del yo. La noción del yo es teleológica, o sea, describe un fenómeno (Waelder, 1960).
La línea teórica que precede al surgimiento de la psicología psicoanalítica del yo se inicia con la construcción teórica de Freud. Los antecedentes son los estudios sobre la sexualidad infantil, el narcisismo, las masas, la teoría estructural yo, ello y superyó, y sobre la angustia. De acuerdo a Rapaport (1958a), el yo previo al año de 1923 no es considerado como instancia del aparato psíquico, sino como una organización con las funciones de percepción, memoria y motricidad. Las siguientes aportaciones fueron los estudios de los mecanismos de defensa (1936) de Anna Freud, la noción de función de síntesis del yo (1931) de Nunberg, el principio de función múltiple (1936) de Waelder. Sin embargo, la primera contribución teórica que sirvió como punto de partida de la psicología psicoanalítica del yo, es la obra de Hartmann: El yo y el problema de adaptación (1939).
La sistematización de Rapaport de crear una psicología del yo como extensión del psicoanálisis a una psicología general de la conducta humana abarcó los puntos de vista empírico, gestáltico, organísmico, genético, tópico, dinámico, económico, estructural, adaptativo y psicosocial (Fine, 1979).
La psicología psicoanalítica del yo no es una teoría unificada. Existen diferencias básicas, por ejemplo, Klein (1968) describe que Erikson no emplea de manera precisa el marco de referencia de la teoría del yo, y que Rapaport prescinde de la teoría de la libido para adherirse al punto de vista económico, o sea, el aspecto cuantitativo de las pulsiones, es decir, como referencia inmediata al Proyecto (1895) de Freud.
Movimiento psicoanalítico
El movimiento psicoanalítico surgió con la conformación de un grupo de judíos, con profesiones liberales, que se congregaron alrededor de Freud para recibir sus enseñanzas, como si fuese un seder, alumnos que acuden para escuchar la interpretación del Talmud por un rabino, o al profeta colérico imprecando con los designios de lo inconsciente. De la primera generación solamente menciono aquellos que emigraron a los Estados Unidos: Adler, Rank, Hitschmann, Federn, Reik, Sachs y Rado. De la segunda generación Helene y Felix Deutsch, Nunberg, Schilder, Alexander, Sterba. De la tercera generación, la mayoría socialistas: Reich, Fenichel, Edith Jacobson, Annie Reich, Hartmann, Kris, Spitz, Mahler, Karen Horney, Erich Fromm, Simmel.
En la época en que emigró la mayoría el mundo estaba desolado por la depresión de 1929, el ascenso de Hitler y el nazismo, el fascismo rojo de Stalin. El mundo de Europa se tornaba gris.
En los Estados Unidos, Brill había fundado la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York en 1911 y Jones creó la Asociación Psicoanalítica Americana (APA). El primer problema político a que se enfrentaron los emigrantes fue la obligación de ser médicos para ejercer el psicoanálisis. Estatuto promulgado desde 1938. Incluso los médicos europeos debían de repetir sus estudios para legalizarlos.
En rigor, la Internacional Psicoanalítica aceptó la independencia de la constitución de normas de la APA, elaborando sus propias normas sin mencionar a Freud, ni el apelativo freudiano Históricamente la APA, se alió a la medicina y psiquiatría anees de considerarse como profesión independiente (Fine, 1979). La psiquiatría surgió como profesión en Estados Unidos. La psicología psicoanalítica del yo contribuyó sustancialmente a la medicina psicosomática, noción introducida en 1939 por Alexander y el Instituto de Psicoanálisis de Chicago. Mittelmann (1946) propuso que el sujeto durante las entrevistas en medicina psicosomática subraye las situaciones vitales en que emerjan cargas afectivas.
Por otra parte, no obstante el axioma de la teoría del yo de que el psicoanálisis tiende a convertirse en psicología general, los psicólogos de E.U. influidos por el conductismo rechazaron a Freud. Sin embargo, Boring, Murray y Brown, entre otros, se psicoanalizaron. Los intentos de articular el conductismo y el psicoanálisis se originaron por Dollard, Miller y Mowrer de la Universidad de Yale, con el propósito de elevar la teoría del aprendizaje por condicionamiento al status de la teoría psicoanalítica del aprendizaje. Rapaport criticó este intento de aproximación señalando que “es incompatible con la teoría psicoanalítica, pues hace superfluos los criterios económico y genético y por lo tanto choca con los datos de observación que determinaron que estos puntos de vista fueran partes necesarias de la teoría” (Rapaport, 1960 p. 143). Los conductistas buscaron justificar su práctica clínica, pero en realidad, como lo señaló Rapaport, cubrieron con una cataplasma su conciencia moral académica.
La crítica de Chomsky (1972) al conductismo de Skinner apuntó a que rechaza cualquier referencia del mundo interno, el sujeto del conductista no tiene capacidad de autonomía, es controlado por la tecnología desde el exterior, corresponde “a las tendencias hacia el control autoritario y centralizado que pueden percibirse fácilmente en la sociedad industrial moderna” (Chomsky, 1972, p.466). Por lo tanto, no hay punto de conexión entre el psicoanálisis, cuyo objeto es lo inconsciente, la subjetividad, con el conductismo.
Psicología psicoanalítica del yo
Mi guía para abordar los diferentes asuntos de la psicología psicoanalítica del yo es el programa revisado por Rapaport (1960).
Exploración del yo. La diferencia básica de la Psicología Psicoanalítica del Yo con la teoría de Freud, es la explicación de la génesis del yo. Para la Teoría del Yo, el yo y el ello se diferencian gradualmente a partir de una matriz indiferenciada, durante el curso de la maduración y desarrollo. La estructura psíquica se construye en la interacción entre las pulsiones, las defensas del yo y las funciones autónomas del yo. “Hartmann se concentró en las raíces innatas del desarrollo del yo independiente de los impulsos instintivos” (Rapaport, 1957).
Hartmann (1894-1970) nació en Viena, estudió medicina y trabajó en el Instituto de Psiquiatría y Neurología de la Universidad de Viena. Se formó como psicoanalista en Viena y un año en Berlín. Se psicoanalizó con Freud y Rado. En Viena permaneció en la Sociedad Psicoanalítica desde 1920 a 1934. Fue profesor del Instituto de formación. Después de la ocupación nazi en Austria en el año de 1938 permaneció en París hasta 1941 fecha en que emigró a E.U. y se instaló en Nueva York (Loewenstein, 1966).
Para Hartmann el psicoanálisis es una ciencia natural con una metodología propia. Su tesis sobre el yo la discutió en la Sociedad de Viena en 1927. Propuso dos nociones básicas: las funciones autónomas del yo y la neutralización. Las funciones autónomas son primarias y secundarias, las primarias se relacionan con las funciones presentes en el nacimiento y las secundarias maduran con el yo; es un cambio de función, por ejemplo, los rasgos de carácter. Para Schafer (1970) el yo de Hartmann es definido en relación con sus funciones, a saber, la percepción, el pensamiento y la motricidad. “La tesis de autonomía del yo de Hartmann, desliza entre la pulsión y las normas sociales una instancia mediadora que relativiza tanto el radicalismo freudiano de las pulsiones cuanto al determinismo social del sujeto” (Lorenzer, 1973, p.66).
Rapaport (1951a) supone que la autonomía primaria y secundaria son relativas y de alguna manera son incluidas en el conflicto. En el comienzo hubo un choque entre la necesidad-impulso y la realidad, de este conflicto surgieron los aparatos de control. Los aparatos de control son la percepción, memoria y motricidad. Reconoce las fuerzas del ello, las características estructurales son los umbrales de los aparatos innatos que limitan la descarga de la tensión de la pulsión, al principio del placer, no obstante que el objeto esté presente o ausente. “La contrainvestidura se opone a la investidura (carga energética) del impulso reprimido” (Rapaport, 1951a, p.53).
La autonomía del yo es relativa al ello y a la realidad exterior. La relatividad es en relación con los impulsos instintivos, la prueba de la realidad y de las relaciones sociales. El sujeto recibe “alimentos” del mundo exterior como los valores, ideología, e incluso, se mantiene con alimentos de impulsos (Rapaport, 1957).
Chomsky (l976) criticó al Rapaport del segundo artículo sobre la autonomía del yo, al establecer que, si el desarrollo autónomo del yo se considera determinado por los alimentos provistos por pulsiones dotadas biológicamente y por los estímulos externos, entonces se convierte en una teoría determinista sin alcanzar el logro, “de lo contrario, el homúnculo residiría todavía dentro, con sus elecciones inexplicadas”.
La noción de neutralización es para comprender la autonomía secundaria, el yo neutraliza la energía de los impulsos, la energía ligada corresponde a la neutralización y es adaptativo en su relación con la realidad. La neutralización es un control yoico que propicia la cualidad de la energía psíquica, es un cambio de energía libidinal o agresiva que se aleja de lo pulsional y se dirige a lo no-pulsional. La neutralización generaliza la teoría de sobrecarga (Rapaport, 1957).
La teoría del yo abandonó de su gramática el núcleo nominal pulsión (trieb) por la de instinto. Bettelheim (1982) reveló los errores de traducción de la obra de Freud al inglés: pulsión fue traducida por instinto. “Freud utilizaba la palabra alemana instinkt cuando le parecía adecuada -para referirse a los instintos innatos de los animales- y la eludía al hablar de seres humanos” (Bettelheim, 1982, p. 147) En cambio Rapaport propuso la palabra drive convertida al castellano como impulso.
Para Rapaport (1958) la teoría sobre la adaptación de Hartmann no integró a la autonomía del yo con las relaciones de realidad, ni tampoco elaboró ninguna teoría psicosocial como Erikson. Según Hartmann, la adaptación es previa al conflicto sin depender de la perentoriedad de los impulsos, ni de la exigencia de la realidad. El rol de la sociedad en Hartmann consiste en que por una parte el ello es un proceso psicológico inalterable por la influencia del ambiente. “[Hartmann] ve la adaptación como una relación recíproca entre el organismo y su ambiente, en el cual, por un lado, el yo es el órgano de adaptación y, por otro lado, la sociedad encuentra al yo como un ambiente dócil” (Rapaport, 1956, p .611). El fundamento sociológico de Hartmann fue aprendido de la teoría de Max Weber. La Psicología Psicoanalítica del Yo se interesó en los fenómenos sociales a raíz del holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Aunque, el primero que se aproximó al rol de la sociedad en el desarrollo del yo fue Erikson, reconocido por Rapaport.
La crítica de Lorenzer sobre Hartmann apunta a que: “El lazo entre procesos biológicos y sociedad se cancela, en mal sentido, dentro de un concepto de yo que ha conservado, a través de la esfera libre de conflictos de Hartmann, aquella autonomía que depende -al sujeto de su base en los procesos biológicos-materiales. Y esa separación es todavía más radical en el otro sentido, respecto de los procesos materiales de la situación histórica” (Lorenzer 1973, p.69).
Wallerstein y Smelser (1969) sugieren que el punto de contacto es entre los procesos del yo, el sentido o la prueba de realidad con la vida social. Es preciso generar explicaciones como resultado de los problemas empíricos. La sociología funcionalista reconoce las funciones latentes y manifiestas de las acciones sociales equivalentes a los procesos de lo inconsciente.
El yo y las relaciones de objeto. Aunque no es específico del programa, lo incluyo tomando en cuenta la convergencia del psicoanálisis con otras teorías, la psicología evolutiva por un lado y la teoría de las relaciones de objeto por el otro. Según Rapaport (1958) la teoría sobre los objetos se incluyó en la psicología psicoanalítica del yo hasta el fin de los años treinta.
Las relaciones de objeto se establecen en una vinculación gradual del sujeto con el objeto. Edith Jacobson se refiere, en la génesis del yo, a un núcleo psicofisiológico indiferenciado. La vida intra-psíquica comienza como un self primario psicofisiológico en el que el yo y el ello son indiferenciados, lo mismo las pulsiones sexuales y agresivas. La primera estructura intrapsíquica es una representación self-objeto fusionado. Kernberg (1977) considera que el trabajo de Jacobson es complejo, terso y elaborado. Su teoría de las relaciones objetales a partir de la teoría estructural del yo es fundamental.
Uno de los problemas de la psicología psicoanalítica del yo es comprender el aprendizaje del niño y su adaptación (White, 1963). La aportación de Kris en esta área fue importante. Organizó el Centro de Estudio Infantil de la Universidad de Yale y una investigación longitudinal sobre el desarrollo del niño en las primeras fases. El método básico de la investigación fue la observación directa de niños. Kris combinó la reconstrucción de la práctica psicoanalítica con la observación. Por supuesto no fue pionero en utilizar la técnica de observación del niño (Freud, A., 1957). Además editó The Psychoanalytic Study of the Child.
Ernst Kris (1900-1957) nació en Viena. Estudió el doctorado en Historia del Arte en la Universidad de Viena. Conoció a Freud por medio de Marianne Rie, su futura esposa. Kris se psicoanalizó con Anna Freud y después con Helene Deutsch. Fue miembro del Instituto de Psicoanálisis de Viena en 1927 y Director de la revista Imago en 1933.
Kris estableció contacto con la psicología académica de Karl Bühler para realizar un experimento sobre la expresión de las emociones, mostrando fotografías de estatuas a los sujetos, un intento de combinación de la historia del arte y el psicoanálisis. Después de dos años en Inglaterra emigró a Nueva York en 1940. Fue profesor asistente de la New York School for Social Research e inició en 1941 la investigación sobre la propaganda totalitaria (Ritvo y Ritvo, 1966). Su contribución más importante a la teoría del yo fue la noción regresión al servicio del yo para comprender la creatividad en la esfera artística. Sin embargo, aquí no es el lugar para revisar el fenómeno, no obstante su importancia.
“La sexualidad infantil fue un descubrimiento empírico realizado por el método de la reconstrucción psicoanalítica y unificado por el método de observación directa de los niños y los bebés” (Rapaport, 1957, p.58).
Spitz y Mahler contribuyeron sustancialmente a la explicación y comprensión de los niños. Emplearon el método de observación y analizaron sus descubrimientos desde el marco conceptual de la psicología psicoanalítica del yo (Blank y Blank, 1974).
Rene Spitz (1887-1974) nació en Viena. En su juventud perteneció al “círculo dominical” de Lukács y mientras estudiaba medicina en Budapest. En 1910-1911 se psicoanalizó con Freud. Ingresó a la Sociedad Psicoanalítica de Berlín en 1930. Radicó en París en 1932. Emigró a Nueva York en 1938.
La contribución de Spitz es que la diferenciación del yo del ello se alcanza a los 3 meses con el surgimiento del primer organizador de la psique, con la respuesta de la sonrisa, se establece la relación de objeto. “La existencia de elementos innatos estructurales en la fase indiferenciada puede ser lo que provoca evolutivamente la diferenciación de ella en el yo y el ello” (Rapaport, 1951a, p. 52). Los otros organizadores son la angustia frente a los extraños en el octavo mes y la comunicación semántica del no. Spitz tomó como eje el objeto libidinal para sus investigaciones.
Margaret Mahler (1920-1988) nació en Viena. Colaboró con Charlotte Bühler9 en la Universidad de Viena. Se especializó en Rorschach10 y lo introdujo en Viena. Se psicoanalizó con Edith Jacobson. Emigró a los Estados Unidos en 1940 y en Nueva York dirigió un programa en el Centro Infantil de Masters durante muchos años. El descubrimiento de la órbita crepuscular lo realizó durante su dirección de una estancia infantil en Viena (Berman, 1979).
Su contribución a la psicología psicoanalítica del yo son sus nociones de simbiosis, individuación y que la constancia de objeto se establece alrededor de los 36 meses.
Mittelmann (1960) incluyó la noción impulsiva de la manipulación, su enfoque fue la motilidad en el primer año de vida, la motilidad es descrita como una urgencia, un factor de relaciones objetales y una fuente de placer, es una forma de prueba de realidad. El periodo gravitacional es el movimiento durante los seis primeros meses y la acción motora es la motilidad posterior. Los divide en activa, pasiva, sensorial, excretoria, anal, genital y adaptativa.
“Asentada la teoría psicoanalítica sobre la base de la psicología del yo, la totalidad social cristalizó en el contexto abstracto de una socialización que tomaba en concreto un sólo ámbito de la realidad social: la familia como marco fijo del proceso evolutivo del niño” (Lorenzer 1973, p.73).
La Técnica psicoanalítica. “El psicoanálisis como terapia es un tema de la teoría especial (clínica), la teoría de la técnica terapéutica es parte del programa teórico general del psicoanálisis” (Rapaport, 1960, p. 161).
El sistema de la formación psicoanalítica está fundamentado en el modelo del Instituto Psicoanalítico de Berlín. Su núcleo es el análisis personal, supervisión y los seminarios. El análisis didáctico fue una propuesta de Nunberg en 1919, instituyéndose en Berlín en 1926. Incluyó también el análisis de control o supervisión sugerido por Eitingon.
La migración comenzó desde 1933 en adelante y el éxodo masivo en 1939. Los psicoanalistas emigrantes trajeron consigo el modelo de enseñanza, Alexander lo instituyó en Chicago. Simmel y Fenichel en los Angeles, Sachs y Waelder en Boston y Rado y Nunberg, en Nueva York. Erikson y Rapaport pertenecieron a la Western New England Society. En los Estados Unidos también hubo escisiones en la Society of Psychoanalysis (Millet, 1966). En los Estados Unidos también hubo escisiones en los institutos psicoanalíticos: Karen Horney y Clara Thompson en 1941. Alexander y Rado se adhirieron a los culturalistas. Reik formó su propia organización en 1948 porque no fue admitido por la APA. Los norteamericanos que abandonaron la APA. fueron Kardiner, Sullivan y Ackermann.
Rodolphe M. Loewenstein (1898- 1976) nació en Lodz. Estudió medicina en Zürich, Berlín, París, Nueva York, durante sus permanencias como emigrante. Se formó en Berlín y se analizó con Sachs. Radicó en París desde 1925 a 1942, año en que se asiló en Nueva York.
Loewenstein (1968) señala que las defensas del yo son un medio para abordar el proceso de la asociación de ideas. Las funciones del yo, con su relativa autonomía de los
derivados de los impulsos, son de importancia para que el paciente recuerde sus vivencias infantiles.11
Por otra parte, la intervención en crisis ha tomado como modelo la epigénesis psicosocial de Erikson. cf. Karl A. Slaikeu (1984) Intervención en crisis. México, Manual Moderno, 1988.
“La teoría psicoanalítica de las neurosis de Fenichel (…) si bien gira en torno de la teoría clínica del psicoanálisis, constantemente se remite a la teoría general y ofrece un sentido del sistema de ésta. Sin embargo, el sistema conserva un carácter implícito, y el experimentador que desee partir de las formulaciones de Fenichel debe comenzar por separarlas de su matriz clínica” (Rapaport, 1960, p. 125).
Fenichel (1897·1946) se analizó con Federn y Helene Deutsch. Intentó sistematizar la técnica del psicoanálisis. Si su libro sobre las neurosis es la contribución clínica más importante que relaciona la libido con la psicología psicoanalítica del yo, el texto de Ralph M. Greenson (1911-1979) Técnica y práctica del psicoanálisis (1967) corresponde a la sistematización de la teoría del yo para la praxis psicoanalítica.
Wallerstein (1966) describe la importancia de la investigación del proceso psicoanalítico y reseña las conclusiones de la Fundación Menninger sobre un estudio longitudinal de psicoterapia de apoyo, psicoterapia expresiva y psicoanálisis, en una muestra de 42 casos en base al conflicto básico y a la fortaleza del yo. Ekstein y Wallerstein (1958) investigaron sobre el proceso de supervisión. El proceso en la integración del descubrimiento de los problemas como psicoterapeuta, comprender los asuntos afectivos, los conflictos interpersonales y descubrir su capacidad de ayuda y sostén.
David Rapaport
Nació en Budapest el 30 de septiembre de 1911. Estudió física y matemáticas en 1935 y se doctoró en psicología en 1938. Obtuvo un diploma Montessori. En Hungría fue líder del movimiento sionista de izquierda. Vivió en un kibbutz en Palestina por dos años. Con la ayuda de la APA. emigró a los E.U. en 1938. Primero colaboró en el Hospital Monte Sinaí en Nueva York, una corta temporada en Osawatomie State, un hospital de Kansas y desde 1940 a 1948 en la Clínica Menninger. Como psicólogo clínico publicó una investigación sobre pruebas proyectivas, fue especialista en Rorschach y elaboró un sistema de clasificación de respuestas desde el fundamento de la teoría psicoanalítica. Como director de investigación promovió y dirigió múltiples proyectos y formó investigadores en base al rigor científico y exigencia conceptual. Desde 1948 hasta el fin de su vida permaneció en Austen Riggs, Massachusetts. Fue fundador y primer secretario de la División de Clínica de la Asociación Psicológica Americana (Gill, 1967). Inspiró la edición de la serie Psychological Issues (Schlesinger, 1977).
En su adolescencia tardía escribió un libro en colaboración sobre psicoanálisis borrando su nombre. Su ambición fue realizar una carrera como experimentalista construyendo una teoría del aprendizaje para el psicoanálisis (Holt, 1967). Los experimentos que diseñó sobre la memoria estaban conectados con la represión (Shakow y Rapaport, 1964). Su interés primordial fue la esfera del pensamiento. La teoría psicoanalítica fue su guía teórica para la comprensión de lo cognoscitivo. Descubrió la importancia de Piaget para sus análisis sobre la estructura psíquica del yo (Delahanty, 1988b). Rapaport conectó la observación y el experimento, el dato empírico con el marco teórico (Gill y Klein, 1964).
El conflicto -las investiduras y contrainvestiduras- de la pulsión y de la realidad es esencial en Rapaport. Su fundamento son los puntos de vista económico y dinámico.
En el último periodo de su vida proyectó un programa de investigación experimental para definir elementos cuantitativos de la estructura. Para Rapaport la cantidad de catexia de atención edifica la estructura (Gill y Klein, 1964). Consideró que la noción económica es medible (White, 1963). Rapaport propuso la matematización no-métrica para las nociones cuasi-cuantitativas. Impulsos (fuerzas) y catexias (gasto de energía). La cuantificación de las variables. El presupuesto lógico es que la teoría psicoanalítica alcance su sistematización para comprobar por medio de las matemáticas descubriendo sus relaciones. Propone el modelo experimental de la física, excluye, por supuesto, la estadística porque los descubrimientos no responden al azar, ni a los temas, por lo tanto, hay variaciones secundarias. Rapaport consideró que la investigación en proceso sobre la formación de las estructuras es un requisito para la cuantificación dimensional. “Cuando los impulsos hallan un obstáculo que se opone a la descarga de sus catexias se forman estructuras y éstas actúan después como obstáculos (defensas contra), controles y medios de descarga” (Rapaport, 1960, p. 121).
El modelo psicoanalítico de Rapaport (195lb) es:
Necesidad > Objeto gratificador de la > Gratificación de la necesidad y/o descarga
necesidad y/o demora. afectiva y/o ideación (de metas y medios).
La necesidad produce tensión. Desde el punto de vista económico la tensión es cuasi-cuantitativamente la catexia (carga) de impulso. ¿De qué manera se matematiza dimensionalmente el modelo? En el estado de la teoría psicoanalítica en tiempo de Rapaport no se pudo demostrar; en realidad, requería de axiomas y principios como en la física. Rapaport por su formación física-matemática, reconoció las aportaciones de Lewin, su colega en ambas disciplinas incluyendo la psicología, quien propuso el modelo topológico y también reconoció la propuesta de Piaget sobre la teoría de los grupos matemáticos. Recordemos que la teoría del conocimiento de la epistemología genética, la lógica- matemática es un modelo del sujeto cognoscente para establecer las relaciones entre causa, tiempo y espacio. Rapaport se apoyó en Kant (Delahanty, 1988b).
La influencia del judaísmo fue evidente en las reflexiones de Rapaport, hay referencias sobre anécdotas judías, palabras en hebreo, incluso, en su libro compilado sobre la organización del pensamiento, escribió múltiples notas al pie de página con sus comentarios alrededor de una idea del autor presentado, semejante a las elaboraciones e interpretaciones circulares del Talmud. Rapaport lee y escribe con anotaciones al margen como un estudioso de yeshiva.
Rapaport padeció de insomnio, tiempo valioso para la lectura, además podía escribir con los ojos cerrados o en la oscuridad, en su diario trabajo las fantasías irrumpían. Bryce-Boyer me comunicó que Rapaport era considerado un grouch (gruñón). Erikson, tangencialmente habla de Rapaport en un prólogo a Knight y menciona como caminaban juntos, Rapaport de baja estatura con pasos cortos y veloces para mantener el ritmo del andar a zancadas de un hombre muy alto como Knight. Una anécdota ilustra la participación de Rapaport en las reuniones de asamblea en la comunidad terapéutica de Austen Riggs. “El último día de David Rapaport entre nosotros fue típico. A las 8 y media de la mañana lo vi pasar frente a mi casa, caminando con su característico paso rápido. Una vez más, llegaba al trabajo antes que yo (comenta Knight). Luego leyó el correo en su consultorio. Su consultorio era algo muy especial: tres de sus paredes estaban cubiertas de libros hasta el techo; más libros yacían en pilas sobre el suelo. Ese día, David Rapaport vio a un joven investigador, cuyo trabajo supervisaba, y luego se pasó una hora y media discutiendo un artículo en preparación de uno de los miembros del personal de Riggs. Los que lo vieron esa El yo kantiano es operador del conocimiento y está facultado con la función de síntesis. Cf. Diana Sperling (1991) La metafísica del espejo, Kant y el judaísmo. Buenos Aires: Nueva Visión.
Algunos de los discípulos de Rapaport fueron Roy Schafer, Robert R. Holt, George S. Klein, Peter H. Wolff y David Elkind. Autores que le han dedicado uno de sus libros son Elkind, Schafer y Erikson.
mañana lo encontraron enérgico y activo como siempre. Luego de un almuerzo temprano en su casa y de un breve descanso, David regresó para concurrir a la asamblea quincenal en la que participó intensamente…”.
Rodrigué (1965, p. 149) narra la última intervención: “En esa reunión fue nuevamente el doctor Rapaport quien tuvo una actitud activa y por tanto focal. Señaló que era posible que todos, pacientes y personal, experimentáramos en ese momento tensión y frustraciones. Puntualizó que, en efecto, él pensaba que estábamos hablando demasiado, sustituyendo la acción por la palabra. Pero señaló que eso sucedía en toda democracia, ‘pues toda democracia es un animal sumamente lento, como el burro de la historia’. Ese mismo día, horas después, fallecía el doctor Rapaport”. Rapaport murió a los 49 años de edad el 14 de diciembre de 1960.
Bibliografía
Adorno, T. W. (1955) Acerca de la relación entre sociología y psicología. En H. Jensen (Ed.) Teoría crítica el sujeto. México: Siglo XXI, 1986.
-(1966) Postcriptum. En H. Jensen (Ed.) Teoría crítica del sujeto. México: Siglo XXI, 1986.
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